Durante estos días previos a la semana santa, he tenido la suerte de disfrutar de la Comarca de Sanabria, en Zamora y todo lo que ha ella la envuelve, desde sus gentes a sus tierras, pasando como no, por su gastronomía.
La comarca se sitúa al Noroeste de la provincia de Zamora (Castilla y León), y sin duda el mayor atractivo para los turistas reside en el Parque Natural del Lago de Sanabria, el lago de origen glaciar más grande de la Península Ibérica (y uno de los más grandes de toda Europa).
Nuestro viaje comenzó desde el propio alojamiento, porque quiero destacar por encima de cualquier cosa, la hospitalidad, amabilidad y perfección del mismo, La Hospedería El Pico del Fraile. Desde el primer momento en el que llegamos, la pareja que lo regenta nos facilitó nuestra estancia lo máximo posible, ayudándonos con nuestras rutas, sugiriéndonos lugares tanto para casos de lluvia como de sol, esperándonos para cenar algún día que llegamos tarde, manteniendo conversaciones distendidas de lo más agradables e incluso preparándonos algún que otro detalle en nuestra habitación. He recorrido cientos de lugares por Europa y el mundo, y puedo decir sin ningún tipo de duda ni acritud, que aquí me he sentido más cómodo que en ningún otro lugar. Gracias, de verdad.
Volviendo al viaje, llegamos después de comer a la comarca y tras dejar las cosas y charlar con el personal de allí, nos dirigimos a visitar la Casa del Parque, un lugar curioso sobre la fauna y flora de la zona, que sirviéndose de una audio-guía, te explica los conocimientos básicos para entender el ecosistema que allí se disfruta. La entrada es tan solo de 1€.
Más tarde y antes de que empezara a anochecer nos dirigimos hasta ‘El Santuario de Nuestra Señora de la Alcobilla’, situado entre los pueblos de San Justo, Coso, Rábano y Barrio de Rábano. Consta de una ermita construida en la segunda mitad del S.XVI sobre otra construcción antigua. Pero es el grupo de enormes castaños, su mayor atractivo. Algunos de ellos alcanzan los 9 metros de grosor en su tronco y merece la pena acercarse para contemplarlos. También he de mencionar, que los columpios infantiles que están situados justo enfrente, dan al lugar un ambiente de lo más tétrico, si os adentráis en la noche. Este día cenamos en la Hospedería una exquisita y calentita Sopa Castellana acompañada de Chichos con huevos, un poco fuerte para la cena.
Al día siguiente y tras descansar, la lluvia azotaba la región, pero esto no nos amedrentó y aprovechamos para visitar el mayor número de cosas posible. Viajamos a La Puebla de Sanabria, apenas a 8km para ver todo el conjunto histórico artístico del que se compone. Comenzamos con la Iglesia de Nuestra Señora de Azogue, en la plaza mayor, cerca del Castillo y a dónde se puede acceder fácilmente con coche tras unas cuestas bastante empinadas.
Después nos acercamos al Castillo de los Condes de Benavente, cuya entrada, que incluye el acceso al Museo de los Gigantes y Cabezudos y a la Escuela Micológica, tiene un coste de 3€. Este castillo se comenzó a usar como fortaleza defensiva en la Edad Media, pero el actual, construido sobre las ruinas del antiguo, proviene del Tercer Conde de Benavente, Alfonso Pimentel y sus continuas luchas con la familia Losada por la posesión de la Puebla. La visita merece la pena, no sólo porque te permiten vestirte con los atuendos de la época, así como armaduras y armas, sino por las vistas que se tienen desde lo más alto y lo bien conservadas que están algunas zonas.
El siguiente punto de interés fue el Museo de Gigantes y Cabezudos ubicado en una de las calles perpendiculares a la plaza mayor, exactamente en el Salón de los Obreros. La entrada pasa completamente inadvertida por lo que debes estar pendiente, pero dentro se encuentra una de las grandes joyas giganteras de España, con figuras como La Negra y el Chino de 1848 o el Zapatero y la Zapatera de 1955, acompañadas de 26 cabezudos que todavía hoy se sacan en las fiestas el 7 de Septiembre.
Paramos a comer en un restaurante cercano al castillo, dónde pudimos degustar los Habones y la carne de Ternera, que desde luego continuo enamorando nuestros estómagos y nos repuso fuerzas para seguir con el recorrido.
Para completar la visita al tercer lugar incluido en la entrada al castillo, nos dirigimos hasta la Escuela Micológica de Ungilde. He de decir que los simples traslados de un lugar a otro, son una verdadera delicia para los ojos por el paisaje que te rodea, a pesar de que la lluvia en algunos casos impida una mejor percepción. Para las personas que les guste todo lo relacionado con la micología encontraran un lugar de lo más interesante, para el resto también recomiendo su visita pues resulta bastante curioso observar setas liofilizadas propias de cada ecosistema en particular.
Por último y bajo la recomendación del personal de la Hospedería, nos acercamos a El Robledo, un pueblo cercano, para visitar El Lagar de Cera, un antiguo lugar dónde se elaboraba la miel y se extraía la cera de forma totalmente artesanal y que ha sido restaurado para ofrecer a los visitantes un viaje al pasado de los más interesante y familiar. Tuvimos la suerte de que el nieto de los propietarios, que dejaron su esfuerzo allí durante años, nos contara curiosidades y anécdotas de su trabajo y nos explicara el ciclo completo del sistema. Es especialmente alucinante el tamaño de la viga que mueve el torno para comprimir los panales y extraer la cera. También se puede ver un horno de leña para el pan que aún se usa en contadas ocasiones.
Antes de marcharnos del lugar, nos acercamos a ver el Centro de Conservación del Lobo Ibérico, situado a unos 3km de allí y que aunque no está abierto todavía, merece la pena ver desde fuera por el enclave escogido.
Al día siguiente, y antes de volver a casa, subimos a ver el Lago de Sanabria, que cuenta en la actualidad con cerca de 369 hectáreas de superficie fluvial (aproximadamente, 1,5 Kms de ancho por 3 Kms de largo) y una profundidad en algunos puntos que alcanza hasta los 53 metros, convirtiéndolo en el mayor lago natural de la Península Ibérica y en uno de los mayores de toda Europa. Es una verdadera gozada toda esta zona.
Por último, subimos al Monasterio de San Martín de Castañeda que aunque estaba cerrado, nos permitió visitar también su Casa del Parque formada por una exposición de arte de la iglesia anexa entre los que destacan los sarcófagos trabajados en piedra y con tapas de madera de nogal así como una representación de maquetas de edificios típicos de la zona, antiguas herramientas y aperos. En la parte superior podemos disfrutar de imágenes sobre la geomorfología, flora y fauna de la zona.
Por supuesto, nos hemos dejado muchas cosas por ver, y volveremos, a ser posible pronto, pero quiero destacar especialmente la abrumadora hospitalidad de toda la gente de la comarca, la belleza de los paisajes que permiten una relajación impresionante y la estupenda gastronomía de la que presumen.