Recuerdo una tarde en mi habitación con mi pequeña prima al lado y que señalándome el poster de José me pregunto que quién era ese señor.
Recuerdo decirle que su nombre era José María Jiménez Sastre pero todos le decían «El Chava». Recuerdo decirle que era el mejor ciclista que había pisado la tierra y que conseguía levantarte del sofá con cada pedalada poniéndote los pelos de punta. Recuerdo contarle sus hazañas en Los Ángeles de San Rafael o en el Angliru.
Recuerdo explicarle como de niño y sentado frente a mi viejo Pentium que mis padres con tanto esfuerzo y sacrificio me habían comprado, me pasaba las horas muertas en la silla de mi escritorio recortando de los folios uno a uno los círculos perfectamente creados por el Word, apenas tenía 10 años pero sabía de sobra lo que quería, ponerlos dentro de los cientos de chapas que mi padre anteriormente me había traído del restaurante, para tener todos los ciclistas que participaban en la Vuelta a España, el Tour o el Giro, así que con el Marca a un lado y la caja de rotuladores Carioca en la otra, año tras año rellenaba todos y cada uno de ellos, todo para que siempre ganase el mismo.
Recuerdo como su chapa era la única que se salvaba cada año y como el día que dejo de correr la enterré a los pies de un árbol en un paraje cercano prometiéndome que cuando regresara, volvería a por ella y se convertiría de nuevo en el más grande de los circuitos caseros.
Recuerdo contarle como llego al cielo para reunirse con el resto de grandes que formaban su equipo, Fabio Casartelli, Isaac Galvez, Ricardo Otxoa, Marco Pantani, Xabi Tondo, Víctor Cabedo, Saúl Morales, Kivilev o mi paisano Manuel Sanroma entre otros, como una buena contrarreloj por equipos.
Recuerdo contarle como hice aquel poster en el trabajo, a escondidas, con una ventana del Photoshop abierta en pequeño para que nadie la viese y como en ausencia de mis jefes use un antiguo Plotter para imprimir el resultado.
Recuerdo contarle como me colgaba los cascos de la radio y me largaba a recorrer las carreteras de los alrededores de Ciudad Real con la bici de mi comunión, un bidón del Banesto que me compré con la paga, una camiseta blanca y unos pantalones azules, cabalgando sobre la bici como si fuera él y atacando, no sé a quién, cuando él lo hacía en la etapa, mientras escuchaba los comentarios de José María García, Eduardo Chozas y Agustín Castellote.
Recuerdo contarle como atravesaba las montañas de los Pirineos y los Picos de Europa volando con las nubes de alas igual que un águila resalta su poder y espera el momento ideal para la caza.

Recuerdo contarle como un día bajo a la tierra para empujar a Carlos hasta la cima del Alpe D’huez.
Recuerdo escuchar a mi prima decidme que por que lloraba, que por qué me ponía tan triste y recuerdo decirle que no estaba triste, estaba emocionado. Recuerdo que ese día mi prima conoció la lagrima de la emoción igual que yo la había conocido muchos años atrás viéndole ganar el Campeonato de España.
Por eso hoy……recuerdo, Siempre Chava
P.D: Gracias a su familia por las muestras continuas de cariño.