El partido alcanza su tramo final y el energumenismo ya se ha apoderado de nosotros, las bebidas están vacías, la comida devorada, gritamos a la tele como si nos escuchasen e incluso en algunos casos vemos el partido de pie. Cuando acaba, nuestro estado de ánimo puede llevarnos a tocar el claxon por toda la ciudad con la bandera de nuestro equipo por la ventanilla y el himno a todo volumen, o bien irnos a la cama sin cenar. En cualquiera de los dos casos, no podemos perdernos el momento culmen, poner Punto Pelota o en su defecto Futboleros. Aquí siempre nos gustaran más unos que otros, pero lo que es cierto es que disfrutaremos viendo a cabizbajos los que nos sacaron de quicio la noche anterior.
Energumenismo deportivo
Independientemente que el título reparta corrección por cada uno de sus costados, lo cierto es que en los últimos días, esta actitud se ha visto aumentada considerablemente por la acumulación de acontecimientos deportivos que hacen sacar de nosotros lo más orco que llevamos dentro.
Energumenismo: Actitud descontrolada de una persona u orco en la que pierde absolutamente el control y se olvida de las cosas que le rodean, provocando en algunas ocasiones destrozos.
De cualquier modo, esto no ocurre de repente sino que lleva un proceso de conversión similar al del hombre lobo. Estas tranquilamente trabajando por la mañana, es decir, viendo el Facebook o una película por internet con derechos de autor, más tarde vas a casa a comer, no haces nada raro, usas los cubiertos y bebes agua. Después de comer, empiezas a encontrarse algo raro y te acercas al gimnasio para compartir con los amigos las sensaciones previas a un partido importante. Se acerca la hora, y se prepara todo, metemos la cerveza en el congelador y activamos una alarma para que no se nos olvide sacarla y convierta nuestro congelador en un salpicadero de BTX, compramos pipas y palomitas, aceitunas y berenjenas, revisamos el Home Cinema, dejamos el canal de la tele correcto puesto y apagamos la tele, buscamos en el armario la camiseta de nuestro equipo y cortamos un poco jamón y queso.
Una vez que todo está preparado la gente empieza a llegar a casa, coge sitio y no se levanta a mear por si lo pierde ni aunque tenga la vejiga como la cabeza de Fernando Alonso. Suena la musiquilla, en este caso, de la Champions, los niños ondean la bandera gigante mientras las alineaciones se imprimen en la pantalla con tu indignación habitual al observar la presencia de tus jugadores defenestrados. Los jugadores salen al campo, y comienzan las risas nerviosas, las bromas tontas nuestra edad mental baja de repente 20 años y nos convertimos en pequeños grandes listillos. El árbitro pone la pelota en el círculo central y realiza el pitido inicial….este es el momento, dejamos todo lo que estemos haciendo, miramos al cielo aunque lo máximo en lo que creamos sea en Santiago Bernabéu, damos un beso a la novia-mujer como diciendo….por lo que pueda pasar, subimos el volumen de la tele hasta dejarlo en un número redondo…no se va a quedar en 43…o 40 o 50, y empiezan los gestos.
A estos, le acompañan las voces, criticamos al árbitro aunque lo haga bien, a los jugadores porque nunca corren lo suficiente o incluso al público rival por no animar a tu equipo….curioso. El lenguaje de las manos es bastante curioso, hay algunos que se muerden tanto las uñas y los dedos que cuando acaba el partido solo le quedan muñones, otros entrecruzan los dedos al más puro estilo Olivia, muchos van al cine a sacar entradas aunque la taquilla tenga poco… J, otros aprietan los puños con tanta fuerza que crean dentro un vacio similar al de la luna y luego hay otros que parece que tienen la sarna y no paran de moverse.
Luego hay varias opciones, si te meten gol, agachas la cabeza, maldices a todo el mundo y esbozas un claro “si ya lo había dicho yo”, en cambio si es tu equipo quien lo anota, la cosa cambia, saltas del sofá hacia la tele y empiezas a dar gritos como un loco por todo el salón, insultas a los rivales, le das toques al móvil a tus amigos del otro equipo y sobretodo, aprovechas para ir a mear, ya que en ese ambiente de buen rollo nadie te quita el sitio.
Qué gran verdad!! Eso es así.
Has perdido un Uruk hai