Mucho tiempo he tardado en poder realizar este post, no por falta de ganas sin duda, sino de tiempo y más especialmente por miedo. Miedo a no estar a la altura y sobre todo, a no saber plasmar las ideas que un buen amigo del mundo del cine tuvo la generosidad de ofrecerme hace ya bastantes meses.
Si algo he aprendido durante mi eterna afición cinéfila, ha sido a darme cuenta de que tal y como ocurre con las películas, no existe un director bueno o malo categóricamente hablando, primero porque habría que analizar todas y cada una de sus películas para valorarle en su justa medida, ya que hacerlo por solo algunas sería treméndamente injusto. Segundo porque es de vital importancia, contextualizar la cinta históricamente, puesto que las circunstancias que la rodean influyen profundamente en su valoración y tercero, por lo más sagrado, la taquilla.
Esto último, y alejándome de la melancolía muy de Cinema Paradiso, he de reconocer que es lo que manda, y no me refiero solo al tema económico sino a que el director que hace una buena película, nos pueda parecer mala o rematadamente mala, que consigue que miles de personas abarroten las salas solo para verlas, algún mérito tendrá, tengan luego la calidad argumental, fotográfica o de interpretación que tengan.
Tampoco podemos hacernos el juego de basarnos en los premios, ya que estos son sumamente injustos y en la mayor parte de los casos están politizados e influenciados por distintos intereses. Lo que si podemos hacer es, intentar abrir nuestra cultura cinematográfica contemplando películas de todo tipo de directores, pues si nos acostumbramos solo a ver lo que nos anuncian en Telecinco hasta la saciedad y lo que crean los que para muchos parecen ser los dos únicos directores españoles (Amenábar y Almodóvar) caeremos en el erro de valorar todo el cine, simplemente con esas referencias.
En España hay otros muchos grandes directores como Mario Camus, Luis Buñuel, José Luis Cuerda, Daniel Sánchez Arévalo, Fernando Trueba, Vicente Aranda, Fernando León, y un largo etcétera, que sin la misma promoción ni parafernalia comunicativa, son capaces de contar historias que en muchas ocasiones nos trasladan a la realidad de una manera más natural.
Entrando en el tema de la labor del director propiamente dicha, es muy habitual por parte del público, entender que su labor se limita solo a seleccionar los actores y el resto de personal que formarán parte de la misma, pero no es así. Un buen director no sólo está pendiente de que una actriz que no está pasando a la historia por sus buenas interpretaciones, haga un gran papel en El Intercambio, como puede ser Angelina Jolie, sino que además se preocupa de elegir la BSO, de la dirección artística, del montaje, de la producción y post producción, del vestuario y de todo lo que envuelve a la cinta, y eso, es lo que se valora en ellos.
Al valorar estos aspectos, se debe tener en cuenta, aunque como es lógico existan categorías individuales en los premios para cada destreza, el global de la película y el uso de cada una de ellas en la historia que el director quiere contar
Existen muchos tipos de directores, algunos más personales que dejan su reconocible sello en todo lo que hacen como pueden ser Woody Allen, Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Roman Polanski o Isabel Coixet, otros más populistas como Jerry Bruckheimer o Roland Emmerich, otros que convierten en oro casi todo lo que tocan Clint Eastwood, David O. Russell, Ron Howard, Steven Soderbergh, Steven Spielberg o el impresionante Robert Mulligan, pero todos ellos tienen algo en común, hacen cine, hacen buen cine.
Por esto, y así concluyo, no se puede expresar de manera categórica, quién es mejor o peor director, lo único que se pude hacer, es intentar trazar unas líneas de valoración que aun siendo generales, nos permitan individualmente defender nuestra opinión .